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ANÁLISIS DE ACTUALIDAD

Reflexiones sobre el plebiscito


A poco más de un mes de la fecha en la que se tiene prevista la realización del plebiscito para determinar si comienza el proceso que podría culminar en otra Constitución para Chile, el actual panorama amerita algunas reflexiones.

Si bien no hay que olvidar que fue la violencia urbana, utilizada como insumo de presión por partidos y actores políticos, la que finalmente forzó un acuerdo para establecer el proceso, ya sea por haber sido normalizada o debido a las cuarentenas y otras restricciones con ocasión de la pandemia, esta ha ido sido relegada y ha perdido protagonismo, aunque no ha desaparecido del todo. Es altamente probable  que reaparezca en la escena una vez que se comiencen a levantar las cuarentenas o durante el proceso mismo, si es que llega a ocurrir la existencia de un organismo constituyente.

Si bien habrían disminuido la cantidad de enfrentamientos de grupos violentistas contra las policías en las principales ciudades, la violencia ha permanecido en las portadas desde otra perspectiva: la Región de la Araucanía y la Provincia de Arauco, en la Región del Bío Bío. A través de ataques incendiarios a camiones, maquinaria e infraestructura, así como también la pérdida de vidas, grupos minoritarios pero de posturas extremistas y que buscan provocar miedo en la población han puesto en jaque al Estado de Derecho en la zona. Durante las últimas semanas hemos visto crecer la cantidad de atentados ocurridos. Así, el martes 8 de septiembre, falleció un joven de 21 años que fue baleado por personas que con anterioridad a este hecho habrían quemado tres cabañas y robado dos vehículos. Como si esto no fuera por sí preocupante, pareciera que el modus operandi  se estaría extendiendo a otras zonas: en la Región de Valparaíso un grupo de personas habría ingresado a un sitio de construcción de viviendas sociales para quemar maquinarias que allí se encontraban, puesto que se opondrían al emplazamiento de las viviendas en esa ubicación, en medio de un “pulmón verde”(1-2).

Dos elementos deben ser considerados pensando en el futuro. En primer lugar, la existencia  de una zona del país en donde pareciera que el imperio del estado de derecho está cuestionado y en donde algunas voces sostienen que  existe  incumplimiento por parte del Estado frente a su obligación de velar por la seguridad y el orden público. En segundo lugar, y a raíz de lo anterior, surgen razones fundadas para considerar que estos hechos de violencia con ribetes políticos se estarían expandiendo a otras regiones del país, y a otras reivindicaciones o causas políticas. En este contexto, dos legítimas interrogantes adquieren relevancia en relación con el proceso constitucional. ¿Se podrían dar durante una eventual discusión constitucional actos de presión hacia los constituyentes a través de estos métodos? ¿qué pasaría si estos grupos violentos amedrentan y amenazan a un representante o sus familias? ¿y si radicalizan -aún más- sus posiciones y anuncian atentados masivos si es que no se apoya o aprueba un elemento particular de la discusión constituyente?. Existe el riesgo presente -fundamentado en el pasado inmediato de octubre- para nuestra democracia de ser capturada por la violencia política y que, a su vez, quedaría plasmado en las bases de nuestra institucionalidad.

Otro elemento de las discusiones que han tenido lugar dado el contexto plebiscitario, tiene relación con quienes han mostrado interés por participar como representantes en una eventual Convención Constituyente. La lista recorre a una gran número de políticos “en retiro” o que perdieron elecciones anteriores, como también ex ministros y ex subsecretarios, entre otros (3-4).

Resulta poco honesto entonces, afirmar que serán alguna especie de “representantes del pueblo ajenos a la política” quienes participarán de la redacción de una nueva Carta Política. La verdad es que, dados los nombres barajados, el conocimiento del sistema por parte de los partidos y la capacidad instalada que poseen, resulta probable que el grado de influencia de la política tradicional en el hemiciclo de un organismo constituyente sea muy similar al que hoy posee en el Congreso Nacional. Esto cobra más sentido si consideramos también que el mecanismo para elegir constituyentes es casi idéntico al que se utiliza para diputados, sin perjuicio de haberse  agregado elementos en torno a listas de independientes y cuotas de paridad obligatoria.

Un último elemento relevante de comentar es la evidente obsesión constituyente de la oposición. Es un dato que desde hace años los sectores más extremos de la izquierda han propuesto la redacción, desde cero, de otra Constitución. Esto, por ejemplo, es posible verlo en diversos programas de gobierno de candidatos proclamados por partidos de tinte socialista-marxista, como es el caso de Jorge Arrate en 2009 (5). 

 Es tal la obsesión que la posibilidad de iniciar un proceso constituyente en Chile genera en algunos sectores políticos, que pareciera no importar el contexto actual, y que lo único relevante en la agenda pública es el tema constitucional, incluido el plebiscito de entrada. Nuestro país había logrado mantenerse lejos de los terribles efectos del Socialismo del Siglo XXI, doctrina que, entre otras herramientas, ha impulsado en numerosas ocasiones la dinámica de cambios constitucionales por la vía de asambleas sin limitaciones prácticas de su ejercicio, en distintos países del continente. Una pregunta interesante es si existe algún nivel de violencia, algún acto cometido para presionar y coartar los procedimientos de deliberación democrática, que sea capaz de motivar a la oposición a declarar que no existe el ambiente para un proceso constituyente. La respuesta es posiblemente negativa, o de un alto umbral en el que solo frente a una guerra externa o interna estarían dispuestos a suspender el proceso de manera indefinida o de no apoyarlo. Esto por cuanto frente a una pandemia global solo estuvieron disponibles para suspenderlo en una oportunidad y, en cambio, parecieran determinados a ejecutar en esta nueva fecha -el 25 de octubre de 2020- el plebiscito sin considerar los riesgos para la salud, la población marginada o impedida de votar o la posible baja participación y consecuentes dudas de legitimidad. Sin importar la violencia que veamos en las calles o en La Araucanía-Arauco, sectores de la izquierda ven a su alcance un objetivo político profundamente anhelado por años, y no permitirán que nada altere el proceso que fue impulsado desde la violencia, con un diseño defectuoso y que no obstante, han revestido de un velo de sagrado para justificar su realización sin importar las condiciones del país. 

(1) https://cooperativa.cl/noticia...

(2) https://www.meganoticias.cl/na...

(3) https://www.latercera.com/la-t...

(4) https://www.latercera.com/poli...

(5)http://www.archivochile.com/Ch...