Por José Francisco Lagos, Director ejecutivo Instituto Res Publica
Después de 4 años de intensa discusión constitucional aparentemente se cierra el proceso, pero con un resultado inesperado, se mantiene la Constitución vigente . Esta discusión ha sido bastante desgastante institucional y políticamente, y muchas veces hemos estado empantanados en temas que no conectan con los problemas concretos de las personas.
Este proceso ha dejado en evidencia que el inicio de este proceso constitucional partió de una base equivocada: no era verdad que los chilenos veían que la resolución de los problemas sociales pasaba por el cambio constitucional. Resultó ser un diagnóstico hegemónico y que la izquierda chilena supo materializar exigiéndolo como moneda de cambio para salir de la crisis que se produjo el 18 de octubre.
Con el paso de estos años nos hemos dado cuenta que es una discusión alejada de las necesidades concretas de las personas lo que ha provocado un desinterés bastante importante por parte de la ciudadanía.
También, aunque suene contraintuitivo, habla bien del último proceso constitucional que la ciudadanía no piense que se juega la vida con esto, como pasó en el proceso constitucional anterior. Las constituciones, por regla general, son simplemente las reglas del juego, con esas reglas la política saldrá a proponer políticas públicas para entusiasmar a los chilenos. Por eso parece normal el poco interés. Cualquier aficionado a alguna disciplina deportiva, sabe que lo atractivo del deporte es el ejercicio mismo del deporte y no las reglas del juego. En una buena constitución, pasa lo mismo.
Lo anterior no quiere decir que la discusión constitucional no sea una discusión o una deliberación importante. Es verdad que se logró instalar la discordia constitucional como un problema político serio, la argumentación en contra de la constitución vigente caló en parte importante de la ciudadanía y el diagnóstico de que debíamos cambiar la constitución empezó a ser más amplio que lo común. Uno de esos aspectos era el origen democrático de la constitución.
Además, estamos siendo testigos de un sistema político agotado e ingobernable, problemas que sí son propiamente constitucionales, lo que hace que estemos en un empantamiento de la resolución de las urgencias sociales, con iniciativas que duermen permanentemente en el congreso y no se ve una posibilidad de resolución pronta, salvo que exista un golpe de timón en esta materia, como pasó con el tema de seguridad.
Una campaña constitucional tiene bastantes complejidades, principalmente explicadas por el factor que mencionábamos anteriormente, la falta de entusiasmo ciudadano por una u otra alternativa. Teniendo eso en consideración, hemos podido observar que es una campaña que no se ha centró en el texto propuesto a los chilenos, sino que más bien en las condiciones políticas que acompañan a la propuesta de constitución redactada.
En ese sentido, se ha señalado que en la elección existe un texto, pero también un contexto. En este caso el contexto es el que se ha llevado el protagonismo.
Por parte de los que se opusieron a esta propuesta, vimos una campaña deslavada, sin entusiasmo, principalmente porque estuvo liderada por quienes eran los principales opositores a la constitución actual y fueron los encargados de velar porque esa constitución se mantenga. Se ha recordado en diversas ocasiones la frase del Presidente Gabriel Boric, que señaló en el marco de la propuesta constitucional anterior, que cualquier cosa era mejor que una constitución escrita por cuatro generales, refiriéndose despectivamente a nuestra constitución. Esta vez la opción del Presidente Boric y su gobierno, fue mantener esa constitución de los cuatro generales.
Por parte de los que promovieron la opción a favor, la estrategia fue hacer que este plebiscito se trate lo más posible sobre el gobierno del Presidente Boric más que sobre el texto mismo.
En los últimos días ocurrieron hechos que pudieron modificar la tendencia que han señalado las encuestas de opinión pública. Hay que recordar que en el marco de desinterés por lo que se vota, los aspectos referenciales a la votación adquieren una relevancia superior a la hora de que la ciudadanía tome una decisión por una u otra opción.
El primero de ellos, es la detención de dos personas involucradas en un caso de corrupción que tiene al gobierno implicado. La negación inicial cuando esta información se hizo pública, y la aceptación paulatina ha hecho que prime la incredulidad respecto a la versión del gobierno en esta materia. Estas detenciones por parte de la Fiscalía, le recuerdan a la ciudadanía este episodio de corrupción, que ya le costó la renuncia a uno de los ministros más cercanos al Presidente de la República.
El otro hecho, es la detención de una de las doce personas que el Presidente Boric indultó tras delitos cometidos en el marco del “estallido social”, una medida bastante polémica que también le costó la salida de su ministra de Justicia. Esta persona, que se encontraba en el grupo en que el Presidente señaló que no eran delincuentes, fue detenida e imputada por un presunto secuestro extorsivo, lo que evidentemente mostraría lo erróneo de las declaraciones presidenciales. A lo anterior debemos agregarle que al momento de tomar la decisión del indulto, el Presidente tenía la información por parte de Gendarmería, en que no recomendaban indultar a esta persona por sus vínculos estrechos con el delito.
A pesar de estos últimos antecedentes, la ciudadanía optó por votar en contra de la propuesta que se les presentó. Finalmente terminó pesando más el desinterés y la desconexión con el cambio constitucional mismo, en vez de los aspectos externos o ajenos a lo propiamente constitucional. Con estos antecedentes sobre la mesa, el escenario vuelve a ser incierto, pero con un cambio: todas las fuerzas políticas dijeron que se acababa el proceso constitucional, habrá que ver si se cumple.