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En resumidas cuentas, el combate a la desigualdad ha sido planteado a la ciudadanía desde la política como la batalla para mejorar su calidad de vida, cuando eso no solo es falso, sino que muchas veces hemos visto cómo las medidas en esa línea terminan por perjudicar aún más a quienes mayores carencias y vulnerabilidad presentan. Por el contrario, el objetivo debe ser mejorar la calidad de vida de quienes más requieren un apoyo por parte del resto de la sociedad y concentrar muchos esfuerzos para producir un país lleno de oportunidades, donde cada persona pueda explotar al máximo sus capacidades, ponerse de pie por sus propios medios, formar familia, cumplir sus objetivos de vida y aportar al bien común.