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OPINIÓN

España: Un gobierno de izquierdas

Por Alejandro San Francisco,  Director de Formación Instituto Res Publica 

Se ha iniciado un gobierno de coalición, inédito en la historia reciente de España. El programa es ambicioso y multiforme, pero también es deliberadamente impreciso o bien no llega hasta las últimas consecuencias.


España ha tenido una actividad política y electoral particularmente activa en los últimos años, que han significado transformaciones en su estructura de partidos y un necesario replanteamiento sobre las posibilidades de gobierno hacia el futuro. En parte, la nueva situación ha estado determinada por la irrupción de una nueva generación en la política española, nacida después de la muerte de Franco o en torno a la Constitución de 1978. Por lo mismo, sus problemas y preocupaciones no son aquellas que aquejaban hace cuarenta años, sino que son propias de una sociedad que se desprende de los traumas y éxitos de la transición, así como asume los desafíos del siglo XXI como aquellos en que los nuevos líderes deberán escribir las páginas de la historia. Después de todo, Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Unidas Podemos), Pablo Casado (Partido Popular), Santiago Abascal (Vox) e Inés Arrimadas (portavoz de Ciudadanos en el Congreso) son figuras jóvenes, con su propia historia, ambiciones, desafíos y proyectos. Ellos serán el gobierno y la oposición española en los próximos años, en que la sociedad tendrá nuevos desafíos y una situación inédita, problemática e interesante.

En primer lugar, se ha iniciado un gobierno de coalición, inédito en la historia reciente de España. Esto se ha logrado mediante dos procesos sucesivos: primero, la alianza entre el PSOE y Unidas Podemos, que permitirá que marchen juntos quienes hace solo unos meses se lanzaban invectivas recíprocas cuando no pudieron formar gobierno, y Sánchez convocó a nuevas elecciones. En septiembre llegó a señalar: “Yo sería presidente del Gobierno. Y sería un presidente del Gobierno que no dormiría por la noche. Junto con el 95% de los ciudadanos que tampoco se sentirían tranquilos”. Después de un tiempo y sin poder aumentar la votación socialista, ha decidido dejar atrás sus temores y operar un acuerdo de administración. El segundo factor fue lograr la abstención de los sectores independentistas, especialmente de Ezquerra Republicana de Cataluña, lo que le permitió a la coalición ganar por abstención en la segunda votación.

Muchos podemos apreciar un verdadero cogobierno, con dos cabezas, relativamente equivalentes, porque Sánchez tiene la inmensa mayoría, pero necesita los votos de los populistas para mantenerse en el gobierno, y también por la relación entre él y Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos.

En segundo término, el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no será una mera administración, sino un gobierno de izquierdas. Esto significa que existe un proyecto político, una dirección hacia dónde llevar a España, un camino que permita dejar atrás los gobiernos de la transición e iniciar una nueva etapa: nada de eso será fácil. El programa es ambicioso y multiforme, pero también es deliberadamente impreciso o bien no llega hasta las últimas consecuencias: en inmigración y educación, en temas de trabajo y de vivienda y en tantos otros temas que llenan decenas de páginas. En el tema catalán han señalado que llevarán “el conflicto político catalán, impulsando la vía política a través del diálogo”; sin embargo, también afirman que cumplirán las resoluciones del Tribunal Constitucional, lo que significa continuar con las persecuciones judiciales e impedir la autodeterminación reclamada por sectores de Cataluña.

Un tercer factor es que en los próximos meses y años quizá veremos una España más polarizada, en parte porque así se ha ido manifestando la situación en el último tiempo, por el estilo desarrollado en las discusiones de investidura y por la crispación que parece acompañar a los dirigentes que ha asumido el gobierno. Los dirigentes de Comisiones Obreras lamentaron hace unos días “la tensión y la crispación” que se vivió durante la investidura de Sánchez; e incluso algunos analistas han señalado que eso mismo impedirá o dificultará llevar adelante el programa del PSOE y Podemos (El País, 5 de enero de 2020). En cualquier caso, al final Pedro Sánchez –antes de la segunda votación– pidió avanzar hacia ciertos consensos y favorecer la convivencia, y “superar la atmósfera de irritación y crispación”. Sin embargo, puede ser tarde o bien serán necesarios más gestos y políticas que permitan ese entendimientos, considerando que el propio Sánchez, y en buena medida Pablo Iglesias, han sido responsables de un discurso de batalla, con elementos de lucha de clases e intransigencia política.

España inicia un gobierno inédito en su historia reciente. Así debía ser por lo demás, considerando que los votos ya no dan para gobernar a ninguno de los dos partidos mayoritarios, el PSOE y el PP.

El cuarto elemento relevante será el problema de los liderazgos, que se dará tanto al interior de la coalición de gobierno como en la oposición. Pedro Sánchez presidirá un gobierno con cuatro vicepresidentes, uno de los cuales es Pablo Iglesias, en un claro intento de menoscabar su importancia en el gobierno. Sin embargo, para los analistas y la opinión pública habrá un solo vicepresidente real, con peso político, y ese será el líder de Unidas Podemos. Incluso más, muchos podemos apreciar un verdadero cogobierno, con dos cabezas, relativamente equivalentes, porque Sánchez tiene la inmensa mayoría, pero necesita los votos de los populistas para mantenerse en el gobierno, y también por la relación entre ambos dirigentes: “Pedro Sánchez es un político menor ante la calidad de Pablo Iglesias”, en palabras de Luis María Ansón (El Imparcial, 10 de enero de 2020), y es muy probable que eso se vaya notando en el camino. En la oposición también habrá novedades y disputas, considerando la consolidación del proyecto del PP de Pablo Casado, pero también el crecimiento de Vox, que muchos esperaban que a esta altura ya estuviera desinflado, pero está activo y con un líder consistente y decidido, como es Abascal.

Finalmente, con una extraordinaria falta de creatividad y de sentido de responsabilidad económica y social, el gobierno de coalición contará con cuatro vicepresidencias y 20 ministerios. Era previsible que un gobierno de izquierdas haría crecer el aparato estatal y que aumentará los impuestos para financiar el despilfarro (recordemos que Mariano Rajoy gobernó con 13 ministerios durante la crisis). No es claro que esto sea aceptado de buenas a primeras por la ciudadanía y que un periodismo serio pida información sobre los gastos y sus efectos. Con todo, el problema mayor en los próximos tiempos será de carácter político, aunque es evidente que el gobierno también deberá mostrar resultados económicos, que no será fácil arrancarse con el déficit y que la vocación de gastar deberá ser controlada en algún momento.

España inicia un gobierno inédito en su historia reciente. Así debía ser por lo demás, considerando que los votos ya no dan para gobernar a ninguno de los dos partidos mayoritarios, el PSOE y el PP. Ahora corresponderá ver al gobierno en acción y evaluar sus resultados.