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OPINIÓN

Alejandro San Francisco: Mario Góngora y el debate sobre el Estado

Este 18 de noviembre se cumplieron 35 años desde la muerte de Mario Góngora, a las puertas del Campus Oriente de la Universidad Católica de Chile. Además, el próximo año se cumplirán 40 años desde la publicación de la primera edición de su Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Ediciones La Ciudad, 1981). Se trata de un libro atractivo y a la vez polémico, fue leído con interés y generó disputas intelectuales poco habituales en el país. Por casi cuatro décadas se ha tratado de una obra que sigue generando debate y sin duda tiene aspectos valiosos para la discusión y el análisis histórico, incluso para la comprensión del presente.

Góngora fue un historiador destacado, con una formación intelectual claramente excepcional, como queda registrado en su Diario, escrito cuando apenas tenía entre 19 y 22 años y publicado el 2013 en una valiosa iniciativa conjunta de Editorial Universitaria y Ediciones UC. Entonces era un joven que leía varios libros al mes y cientos de libros durante su periodo de estudiante de Derecho en la década de 1930: 153 títulos en 1934, 268 en 1935, 200 en 1936 y 45 hasta agosto de 1937, según ha mostrado Patricia Arancibia en su libro Mario Góngora en busca de sí mismo 1915-1946 (Santiago, Fundación Mario Góngora, 1995).

Sin embargo, su pasión era la historia, y a ello se dedicó el resto de su vida, estudiando problemas, ideas, religión, política, Chile indiano y republicano, temas económicos sociales, así como otros tantos asuntos de interés. Varias de sus investigaciones fueron pioneras y muchos trabajos son consultados por los especialistas y los interesados en la historia en general. También son muy valiosos sus ensayos sobre el catolicismo o el materialismo, como aquellos publicados en la revista Dilemas, destacable iniciativa cultural de los años 60 y 70, que promovió junto a Juan de Dios Vial Larraín y Armando Roa.

Pese a su amplia obra, no cabe duda que su trabajo más conocido fue el mencionado Ensayo histórico, libro propio de la disciplina pero también de carácter coyuntural. “Los ensayos sobre el Estado Nacional Chileno que he reunido en este volumen –explicaba en el Prefacio de la obra– tuvieron su origen en los sentimientos de angustia y de preocupación de un chileno que ha vivido la década de 1970 a 1980, la más crítica y grave de nuestra historia. Esos sentimientos me han forzado a mirar y a reflexionar sobre la noción de Estado, tal como se ha dado en Chile, donde el Estado es la matriz de la nacionalidad: la nación no existiría sin el Estado, que la ha configurado a lo largo de los siglos XIX y XX”.

Para Góngora, siguiendo a Edmund Burke, el Estado no era algo que debía considerarse como un mero contrato, sino que debía mirarse con reverencia, “porque no es una sociedad sobre las cosas al servicio de la gran existencia animal, de naturaleza transitoria y perecedera. Es una sociedad sobre toda ciencia; una sociedad sobre todo arte; una sociedad sobre toda virtud y toda perfección”, y como ello sólo puede lograrse a través del tiempo, en muchas generaciones, “no es solamente una sociedad entre los que viven, sino entre los que están vivos, los que han muerto y los que nacerán”.

Aunque el Ensayo histórico trata sobre los siglos XIX y XX, se concentra más en algunos problemas y procesos, así como en las tres primeras décadas del siglo XX, que ocupan la mayor parte de las páginas del libro. Sobre esos años escribió también otro valioso trabajo, más desconocido pero igualmente valioso: “Libertad política y concepto económico de gobierno en Chile hacia 1915-1935”, publicado en la revista Historia (N° 20, 1985) de la Universidad Católica. A su vez, Góngora logró instalar en su Ensayo algunos conceptos que van a tener fortuna en la historiografía: “Chile, tierra de guerras” (una idea similar había desarrollado Vial Larraín en un artículo en Dilemas); la “era de los caudillos” (para referirse a Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez) o la polémica noción de las “planificaciones globales”. En esta última parte, referida al periodo 1964-1980, aparecen algunos de los aspectos más bullados y discutidos de las tesis del libro.

La preocupación de Góngora era de tiempo presente, referido a la década de 1970, marcada especialmente por el 11 de septiembre de 1973. Al respecto, sostiene que “la victoria sobre el internacionalismo marxista-leninista y la toma del poder por las fuerzas que han sido la columna vertebral del Estado chileno pudo representar la reanudación de la idea de Estado nacional”. Sin embargo, la historia marchó en una dirección diferente, en parte porque se produjo una “revolución desde arriba”, que reestructuró la economía, la sociedad y la visión sobre el Estado. Adicionalmente, el “principio de subsidiariedad” se convirtió en el principio “verdaderamente operativo” de la Junta de Gobierno y de la acción práctica del nuevo orden institucional. Esto permitió, entre otras cosas, eliminar toda huella de “dirigismo estatal”, con buenos resultados económicos en algunas áreas (la inflación, por ejemplo), pero con el costo de un materialismo económico que se instaló en el ambiente. Esta transformación tuvo consecuencias relevantes que no gustaron al historiador: el resultado era la decadencia en la noción de Estado, que preocupaba a Góngora, considerando que había sido una noción fundamental en la formación de la nacionalidad.

El libro generó una discusión pública, a través de un debate que surgió de inmediato. “Un libro inquietante”, señaló Arturo Fontaine Talavera; “un libro estimulante”, afirmó Gonzalo Vial Correa, entre otros textos que han sido incluidos en las ediciones posteriores del Ensayo histórico, publicado por Editorial Universitaria. Estoy convencido que ambas ideas tienen algo de razón: la lectura efectivamente es apasionante y vale la pena, y la noción esencialista sobre el Estado se mezcla con la revisión del Estado histórico, fáctico, notoriamente más burocrático y complejo en su acción que lo manifestado en nociones como la señalada por Burke.

Vale la pena volver a revisar la noción histórica del Estado en Chile durante la República, tema que sigue siendo atractivo, como ha mostrado el libro editado por Gonzalo Geraldo y Juan Carlos Vergara, Mario Góngora: el diálogo continúa… once reflexiones sobre su obra (Santiago, Historia Chilena, 2017), escrito por once autores, entre ellos Joaquín Fermandois, Gabriel Salazar, Alfredo Jocelyn-Holt y Aldo Yávar, y con prólogo de Hugo Herrera (autor que ha vuelto sobre Góngora como uno de los posibles pensadores fundamentales de una derecha con comprensión política para el siglo XXI).

Con el proceso constituyente que vive Chile, es bastante seguro que renacerá la discusión sobre el Estado. No sobre una noción metafísica, sino sobre el Estado real, burocrático, el que existe en la práctica y afecta la vida cotidiana de las personas. Por lo mismo, parece más necesario que en otros tiempos reflexionar sobre el tema, lo que debe incluir necesariamente una perspectiva histórica, una visión sobre el Estado durante la República y también en estos últimos cuarenta años, tema que obviamente excede a la labor de Mario Góngora no pudo trabajar y que requiere mayor investigación y reflexión.