La derecha ha tenido candidatos presidenciales independientes en el pasado - Jorge Alessandri en 1958 y 1970, Arturo Alessandri Besa en 1993 -, pero Sichel es el único que ha triunfado contra los partidos y sin trayectoria partidaria en el sector.
Así con una victoria de "enorme significado", que "marca una renovación generacional y política". Sichel tiene que actuar con autonomía respecto de La Moneda y mostrar su efectiva capacidad política y electoral, que tiene que ser ampliamente superior al respaldo actual del gobierno, evitando que este se convierta en una mochila, lo que puede ocurrir si el Presidente decide ser un actor relevante en el proceso eleccionario en curso.
San Francisco sostiene que el gobierno fue prescindente en la campaña y seguramente sus funcionarios dividieron los votos según preferencias y militancias, sin una línea definida < desde La Moneda >. Y el enfoque de San Francisco es hacia los desafíos de Sichel con miras a noviembre: ser más convocante y creciente, lo cual tal vez exige una modificación de forma y fondo en Chile Vamos - su etapa se acabó -, con cambio de nombre, ampliación del proyecto y capacidad para incorporar a vastos sectores independientes; integrar a figuras de los partidos a la campaña y una coordinación fecunda; y conformar una plantilla parlamentaria potente, renovada y con posibilidades de éxito, cuya principal responsabilidad recae en los partidos.
Sobre su proyecto, plantea que no debe ser una alternativa "meramente contestaría ni temerosa frente a la izquierda, y que reconociendo las tradiciones de la centroderecha y su participación en el gobierno, debe centrar se proyecto en el futuro, y sería muy valioso que sus equipos muestren diversidad social y regional, para no repetir un elitismo torpe e innecesario que ha caracterizado a las administraciones de la derecha.