OPINIÓN

Desde muy temprano en el siglo XIX, septiembre se transformó en un mes especial y, con el paso del tiempo, pasaría a ser el mes de la patria.

Precisamente el 18 de septiembre de 1810 se formó la Primera Junta de Gobierno de Chile, al año siguiente se conmemoró dicho aniversario y después pasaría a ser la celebración de las Fiestas Patrias. El país se engalanaba con banderas, la población disfrutaba de las chinganas, pampillas o ramadas, un Te Deum agradecía a Dios los bienes entregados a la patria, mientras las autoridades participaban de un baile de gala. El Ejército, por su parte, se hacía presente a través de los "juegos de guerra", que posteriormente pasarían a ser la Parada Militar.

Durante más de doscientos años de vida independiente Chile ha tenido logros y fracasos, momentos de gloria y otros de dolor, avances en numerosos ámbitos y áreas en las que todavía se perciben deudas importantes, pobreza, malas condiciones de vida y falta de oportunidades. La estabilidad republicana - admirada en el exterior y de la que las autoridades nacionales se han jactado - se combina con quiebres institucionales en forma de guerras civiles, golpes de estado o rebeliones de distinto tipo, que muestran los límites de la concordia o su carácter a veces más aparente que real.

Pese a todo, Chile es un país por el cual sentimos orgullo, que logra emocionarnos y nos une en la adversidad. A la patria le han cantado los poetas y músicos, la han pintado nuestros artistas y por ella han dado la vida miles de personas. A lo largo del territorio sirven a Chile millones de personas desde las más diversas actividades, así como es posible entender que quienes hoy vivimos en el país no somos la primera generación ni seremos la última: la patria es un todo continuo, una herencia que se transmite, una tradición digna de ser conservada, una historia que se proyecta.

Tenían razón los clásicos cuando expresaban que a la patria no se le quiere porque sea más grande o más poderosa, sino sencillamente porque es la patria. Eso es precisamente Chile, nuestra tierra, que cada septiembre vuelve a celebrar un mes especial, con alegrías, penas y sentido de futuro.    

Alejandro San Francisco

Director de Formación IRP