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OPINIÓN

José Francisco Lagos: Pensar el Chile de hoy

La celebración de las fiestas patrias tiene una lógica característica: la posibilidad de celebrar con los amigos y la familia, las costumbres y las tradiciones, los eventos oficiales y emblemáticos de Chile, como la Parada Militar, las fondas y muchas otras. Pero también puede ser una oportunidad para pensar sobre el país que vivimos y en el que queremos seguir viviendo.

Últimamente, y de forma manifiesta a partir del 18 de octubre de 2019 –aunque hay que reconocer que esto viene desde antes– el debate público se lo han tomado aquellas cosas que no funcionan o son abiertamente injustas. Esto en principio responde a una inclinación natural de las personas y de los medios, pues como dicen “suena más un árbol cayéndose que cien árboles creciendo”. También responde a una exacerbación autoflagelante y al victimismo en la discusión pública.

Por supuesto que hay problemas urgentes y que deben ser resueltos lo antes posible, a pesar de que muchas veces las urgencias sociales no van de la mano con las prioridades políticas. Esto requiere un especial énfasis en visibilizar realidades que muchas veces no son mayoritarias ni mediáticas. Sin embargo, también es bueno hacer el esfuerzo por reconocer aquellas cosas que funcionan y que se deben profundizar. Lo difícil de este ejercicio es que la realidad, por definición, es imperfecta, por lo que siempre la va a tener difícil frente a promesas idealizadas, pero ese problema de perspectiva no puede impedir la realización de un diagnóstico que tenga asidero con la realidad.

El primer paso es reconocer que el momento actual no solamente da cuenta de problemas políticos, sino que también de problemas sociales y cívicos. Muchas veces se les exige a los políticos, o a terceros en general, estándares que los ciudadanos o nosotros mismos estamos lejos de cumplir. De saltarse ese paso terminaríamos exigiéndole cambios o respuestas a quienes, aunque los hagan, no podrán resolver el problema.

Respecto a la política, podríamos hacer el ejercicio teórico de cambiar a todos quienes ejercen algún cargo de representación popular, pero difícilmente llegarían ángeles caídos del cielo a tomar sus cargos. Probablemente serían personas con las mismas virtudes, pero también con similares defectos. Un eje importante para incorporar a la discusión es cuál es el rol que nos corresponde a los ciudadanos en el país que queremos construir los próximos años. El Estado está llamado al bien común, pero las personas y nuestras familias, nuestras organizaciones de la sociedad civil y, por supuesto, la comunidad política, deberíamos estar en el primer lugar del servicio a Chile. Este sentido de la responsabilidad nos hará huir de las visiones paternalistas y del victimismo que tanto ruido y daño hacen para resolver realmente los problemas que tiene Chile.


José Francisco Lagos 

Director Ejecutivo IRP