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OPINIÓN

La centroderecha post elecciones

Las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo noviembre representarán un punto de inflexión respecto a la realidad política del país. Por supuesto que tendrán su efecto propio en cuanto a quienes deberán asumir el próximo período, pero también tendrán un efecto político importante en las instituciones, como por ejemplo en el Congreso Nacional y en la Convención Constitucional.

Es prácticamente seguro que veremos dos Convenciones Constitucionales. El punto de demarcación serán las elecciones presidenciales. Veremos un comportamiento como el actual antes de las elecciones, pero el siguiente dependerá de los resultados y quién sea electo. No será la misma Convención si gana alguien como Gabriel Boric, o como Sebastián Sichel o José Antonio Kast. El Congreso también tendrá un correlato similar, la gran diferencia es que el Congreso sabrá que va de salida y llegarán otras personas electas a reemplazarlos.

Esa realidad, que será dinámica y a la vez compleja, hace necesario poner la pelota al piso de cara a lo que viene. Después del 18 de octubre, e incluso un poco antes, el proyecto político de la centroderecha se desdibujó. La falta de definiciones claves en temas importantes hicieron que le entrara agua a un buque que venía recibiendo embestidas desde hace un buen tiempo. La falta de claridad conceptual, de organización territorial y falta de valentía para defender las convicciones provocó una “tormenta perfecta” que tuvo su correlato en los resultados adversos en el plebiscito constitucional y en las elecciones de Convencionales. Sin embargo, el problema está lejos de ser meramente electoral; también es una crisis de liderazgo y de identidad.

Este oscuro panorama no es novedoso en la historia del país, pero requiere de acción temprana y decidida para generar el cambio de rumbo. Algunas de ellas son volver a los orígenes de las ideas que hacen a la centroderecha ser coalición y la diferencian del socialismo. Aunar a todo lo que está a la derecha del socialismo requiere un trabajo colectivo junto con un procesamiento institucional de las legítimas diferencias políticas.

La estructura política también queda en la encrucijada. Una radiografía completa requiere, por ejemplo, analizar la continuidad de los partidos políticos tal como están, y la posibilidad de incorporar nuevos sectores para hacer más amplio el espectro. Casos como éstos existen de sobra en el mundo y de quienes miramos como referentes. Un nuevo partido político, que agrupe las ideas de la libertad, la dignidad de las personas y que reconozca el rol de la centroderecha y de las distintas identidades del sector en la historia de Chile podría ser una posibilidad real para enfrentar la encrucijada actual.


José Francisco Lagos

Director Ejecutivo IRP