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OPINIÓN

Mario Góngora y su “Ensayo histórico”

Este 2021 se han cumplido 40 años desde la publicación del Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago, Ediciones La Ciudad, 1981). Su autor, Mario Góngora (1915-1985), era por entonces un historiador consolidado, muchos lo consideraban el más brillante de su generación y en 1976 había obtenido el Premio Nacional de Historia.

Sin embargo, el Ensayo histórico produjo una situación poco habitual con los libros de la disciplina: provocó polémica y discusión intelectual, causó un interés especial y motivó su lectura y numerosos comentarios, muchos de los cuales han sido recogidos en las ediciones posteriores, publicadas por Editorial Universitaria, que incorpora esos anexos y en ocasiones también algunos prólogos, de historiadores como Ricardo Krebs y Joaquín Fermandois. En parte, dicha discusión se debe a algunas de las tesis sostenidas por el autor, pero me parece que también influye el carácter ensayístico del libro, de escritura más libre y directa.

Por otra parte, también surgió el interés debido a ciertos conceptos que el historiador trataba o popularizaba: Chile definido como “tierra de guerras” en el siglo XIX, el Estado ha sido creador de la nacionalidad, la definición de la época de los caudillos (Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez), la crítica social, nacionalista y juvenil de comienzos del siglo XX, a todo lo cual se sumaba la noción de planificaciones globales, que ocupaba para los gobiernos de Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende y Augusto Pinochet. Los diferentes temas se trataban con una prosa culta y clara, que se lee con facilidad e interés desde la primera hasta el final del libro.

En esta última década ha resurgido el interés por estudiar a Mario Góngora y su obra, como muestran diferentes publicaciones. Desde luego, destaca entre todas la edición de su Diario (Santiago, Ediciones UC/Editorial Universitaria, 2013, con edición y estudio inicial de Leonidas Morales), que muestra una impresionante formación –en parte autodidacta– de Góngora, con múltiples y valiosas lecturas en torno a sus 20 años, entre 1934 y 1937. En otro plano destaca la obra colectiva editada por por Gonzalo Geraldo y Juan Carlos Vergara, Mario Góngora: el diálogo continúa… once reflexiones sobre su obra (Santiago, Historia Chilena, 2017), algunos de cuyos coautores son Gabriel Salazar, Joaquín Fermandois, Alfredo Jocelyn-Holt y Aldo Yávar, en el cual también participé como coautor.

Dos libros que estudian a diversos intelectuales dedican parte de sus análisis a Góngora: el primero es el de Diego González Cañete, Una revolución del espíritu. Política y esperanza en Frei, Eyzaguirre y Góngora en los años de entreguerras (Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2018); el segundo corresponde al trabajo de Hugo Herrera, Pensadores peligrosos. La comprensión según Francisco Antonio Encina, Alberto Edwards y Mario Góngora (Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2021). Con ocasión de los 40 años del Ensayo histórico, la revistad Punto y Coma (N° 4, marzo de 2021), del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), consagra varios artículos y entrevistas al tema “Pensar el Estado”, y rescata un texto del propio Góngora, “Exposición sobre mi Ensayo”, que en su momento había dado a conocer Álvaro Góngora en un artículo publicado en revista Historia (N° 25, 1990). Finalmente, Valentina Verbal se encuentra preparando un libro colectivo de estudios sobre Mario Góngora, lo que muestra la renovada vitalidad del personaje y su obra, y las múltiples miradas con las que se puede abordar su estudio. Y, ciertamente, hay otros trabajos en camino.

Como se puede apreciar, se trata de un libro de historia, pero que ya desde su publicación fue concebido como un trabajo de comprensión del tiempo presente. Góngora explicaba en el “Prefacio” que la reunión de los ensayos en un libro “tuvieron su origen en los sentimientos de angustia y de preocupación de un chileno que ha vivido la década de 1970 a 1980, la más crítica y grave de nuestra historia”. Sobre el 11 de septiembre, reflexionaba que “la victoria sobre el internacionalismo marxista-leninista y la toma del poder por las fuerzas que han sido la columna vertebral del Estado chileno pudo representar la reanudación de la idea de Estado Nacional”.

Sin embargo, con el paso del tiempo Góngora percibió la evolución en una dirección diferente. A su juicio, se produjo a partir de entonces una “revolución desde arriba”, anclada en la Declaración de Principios de la Junta de Gobierno, cuyo “principio operativo” era la subsidiariedad, que se habría transformado en casi único bajo el predominio de los economistas discípulos de la escuela de Milton Friedman, si bien su vigencia se extendía a otros ámbitos distintos a la mera economía. El resultado fue borrar toda huella de “dirigismo estatal”, para dejar que el mercado funcionara sin distorsiones. Uno de los resultados que interesaba particularmente a Mario Góngora –tema central de su Ensayo histórico– era “la crisis de la idea de Estado en Chile”, que tenía particular relevancia por cuanto se trataba de “una noción capital para nuestro pueblo, ya que es el Estado el que ha dado forma a nuestra nacionalidad”.

Con todo, el problema planteado por Góngora es mucho más profundo que una organización administrativa o bien la resolución de determinados problemas económicos, temas sobre los cuales el pensador Mario Góngora había sido muy claro al denunciar sus excesos y el daño que le habían propinado a una concepción más profunda, humanista y espiritual de la vida y de la historia. De hecho, para él el Estado no era la simple burocracia ni un aparato mecánico, aunque muchas veces su Ensayo se concentre en esa perspectiva, sino que era una sociedad “entre los que están vivos, los que han muerto y los que nacerán” (Burke), o bien “es la fisonomía de una unidad de existencia histórica” (Spengler). Por lo mismo, argumentaba en la “Exposición sobre mi Ensayo”, solo con “vínculos espirituales profundos” sería posible “resistir el embate de la nivelación mundial, masiva y despersonalizadora”, tema que le preocupaba desde las décadas previas.

Mario Góngora es un historiador difícil de abarcar e incluso de comprender. Fue a contracorriente de su tiempo histórico en muchos sentidos: fue “un antimoderno”, acaba de explicar Juan Carlos Vergara en artículo publicado en El Libero (19 de octubre de 2021); fue de todo políticamente, menos liberal, ha señalado Alfredo Jocelyn-Holt en diversas ocasiones. Fue un historiador culto y riguroso, y sin duda el Ensayo histórico que publicó hace 40 años sigue conservando interés para los estudios de historia y también para el pensamiento político. Me parece especialmente relevante acercarse a él con sentido crítico, para aprender y para contrastar, para comprender y para debatir, por la importancia histórica del Estado y por sus contradicciones. Y también, ciertamente, por el momento político que vive Chile, en hora de redefiniciones y nuevas batallas por los conceptos, como es propio de los momentos revolucionarios.

Alejandro San Francisco 

Director de Formación IRP