El calificativo de “victoria pírrica” viene de la antigüedad, cuando Pirro, rey de Epiro, logró una victoria importante sobre los romanos, pero a costa de muchísimas bajas. Por ello se le suele atribuir la frase: “Otra victoria como esta y terminaré perdiendo la guerra”.
Un fenómeno parecido observamos con la declaración de admisibilidad de la acusación constitucional del Presidente de la República por parte de la Cámara de Diputados. Vamos a los hechos. La acusación constitucional había carecido de interés mediático, porque se presumía lo que iba a ocurrir: se aprobaría en la Cámara de Diputados, pero en el Senado se requiere un quórum especial y por tanto se iba a terminar rechazando. En medio de eso, se informa que Gabriel Boric, diputado y candidato presidencial, estaba contagiado de Coronavirus y tanto él como su colega y miembro de su equipo de campaña, Giorgio Jackson, junto a otras más de cincuenta personas debían hacer cuarentena.
Lo anterior les impedía votar la admisibilidad de la acusación constitucional. Algunos señalaron que se solicitó la vuelta de las votaciones telemáticas, pero no hubo acuerdo. Este rechazo tenía razones políticas, pero también carecía de sentido aplicar una regla distinta a la general, considerando otros casos similares en otras votaciones.
Frente a ese escenario el diputado acusador decidió leer todo el libelo acusatorio, durante más de 15 horas cerca de 1.300 páginas, para que Giorgio Jackson pudiera llegar a la votación y aprobar la acusación contra el presidente. Hasta ese momento y entendiendo lo particular de la situación, no parecía tan escandaloso. El diputado llegó, votaron a favor de la acusación y ocurrió lo que todos piensan que va a ocurrir.
Sin embargo, la puesta en escena y el devenir de los hechos nos hizo recordar que la crisis política aún no llega a un punto de inflexión.
En primer lugar, los esfuerzos del diputado Naranjo por dilatar su narración llegó a absurdos tales como pedirles a los diputados de su sector que abandonaran la sala para no contar con el quórum mínimo para que la Cámara pudiera seguir sesionando.
En segundo lugar, la farandulización de lo que ocurría provocó un espectáculo penoso cuando otros colegas de Naranjo se turnaban para sentarse al lado de él para salir unos minutos en la transmisión de la lectura de la acusación.
En tercer lugar, la situación ocurrida con el diputado Sabag constituye una gravedad mayor, porque se burlaron de la autoridad sanitaria y de las normas a las que los chilenos estamos sujetos por la pandemia. Los mismos políticos que le imponen un estándar al resto de los ciudadanos hacen pasar como “viveza” una trampa que implica una verdadera irresponsabilidad que pudo poner en riesgo a muchas personas.
Todas estas cosas, sin siquiera entrar en la falta de mérito de la acusación constitucional, hace pensar que quizás ganaron esta batalla, pero el panorama general, aquel de la seriedad institucional y el desprestigio de la política, es el que terminará condenando a la centroizquierda a desaparecer paulatinamente del escenario político nacional.
José Francisco Lagos, Director Ejecutivo IRP