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OPINIÓN

José Francisco Lagos: ¿Cambió la opinión de los chilenos?


El gran protagonista de la elección recién pasada fue la participación electoral. Un 56% histórico, en un contexto de voto voluntario, no estaba dentro de los análisis de nadie. Incluso fue un porcentaje bastante mayor al anterior registro histórico que ocurrió en el plebiscito del 2020, cuando un 51% de los chilenos se hizo parte del proceso electoral.

Frente a esto, cabe preguntarse, qué pasó y quiénes aumentaron masivamente su participación. Hasta la publicación de esta columna, solo existían los datos desagregados por edad hasta el proceso electoral del plebiscito constitucional de octubre del 2020, estos datos arrojan información interesante para el análisis. Por ejemplo, cerca de 250.000 personas mayores de 50 años, que tradicionalmente participaban de los procesos electorales, dejaron de hacerlo. Esto se puede deber principalmente a la pandemia y a que en ese momento no había personas vacunadas, pero también a la lejanía de las personas mayores frente al proceso constituyente.

En paralelo al fenómeno anterior, cerca de 1 millón más de personas menores de 40 años participaron del proceso, en comparación a las elecciones anteriores.

Dicho eso, cabe preguntarse: ¿cambió la opinión de los chilenos o cambiaron los chilenos que opinaron?

Aun queda ver en detalle los datos de los procesos electorales siguientes, pero lo presumible es que haya aumentado la participación en todos los rangos etáreos, especialmente en los más jóvenes. Eso es lo que terminó moviendo la balanza.

Desde la centroderecha, el desafío es preguntarse qué es lo que movió a este número importante de personas a participar del proceso electoral y por qué, presumiblemente, lo hicieron por una opción distinta. ¿Cuáles son los temas que mueven a los jóvenes? Pero, por, sobre todo, ¿cuál es el mensaje que se les transmite a las personas menores de 40 años? No solamente para interpretar el contexto existente, sino que para transformar la realidad.

Una idea en torno a este desafío tiene que ver con el proyecto de futuro. La centroderecha se ha caracterizado por defender el legado de los últimos 30 años. Esto tiene una justificación, que es básicamente un modelo afín al propio ideario. Sin embargo, lo existente y real es esencialmente imperfecto, y carece de la épica suficiente como para movilizar ciudadanos que no solamente quieran defender lo que tienen, sino que aspiran a una mejoría significativa.

Por tanto, el desafío es saber quiénes son esos nuevos electores, entender sus causas y proponerles ideas desde el propio ideario y no desde el ajeno, porque siempre va a ser preferible la opción original y no una que recién se viene subiendo al carro.


José Francisco Lagos

Director Ejecutivo IRP