La composición del Comité designado por el Congreso y del futuro Consejo Constitucional será muy diferente al anhelado por la revolución de octubre de 2019 y muy distante de la situación del decisivo 12 de noviembre de ese mismo año.
Este lunes 6 de febrero se inscribieron las cinco listas que disputarán la integración del Consejo Constitucional. Creo que será una elección curiosa. No solo por la falta de ambiente de campaña, sino también por la evidente ausencia de interés (o capacidad) de los partidos, para conformar listas atractivas o con las figuras más relevantes de los diferentes sectores.
Obviamente, en esa realidad concurren diferentes razones, como la comprensión del proceso en marcha, el detalle de las circunscripciones y, sobre todo, las prohibiciones electorales futuras. Pese a ser una elección realizada de acuerdo con las circunscripciones senatoriales, el Consejo estará lejos de mostrar una composición de nivel similar al Senado previo a 1973 o incluso al que existió tras la restauración de la democracia en 1990.
¿Qué se puede esperar de estas elecciones? ¿Cómo se pueden evaluar las listas? ¿De qué manera se debe leer el resultado? La verdad es que se trata de un proceso inédito, cuyo objetivo es la redacción de una nueva constitución para Chile, tras el fracasado intento de la Convención Constituyente. Por lo mismo, la evaluación global se refiere al cumplimento de esa tarea, que no solo debe analizarse en su contenido, sino también en la eventual aprobación ciudadana y, más adelante, en el efectivo aporte que haga la nueva carta fundamental al desarrollo de Chile.
La elección presenta dos fuerzas de derecha/centroderecha, dos coaliciones de izquierda/centroizquierda y al Partido de la Gente, que irrumpió con fuerza en la última elección parlamentaria de 2021.
La mayor novedad radica en la ruptura de la histórica unidad del socialismo democrático con la Democracia Cristiana, que se había expresado en las últimas cuatro décadas en la Alianza Democrática y en la Concertación de Partidos por la Democracia, e incluso en la Nueva Mayoría.
Por otra parte, la oposición tampoco va en lista única, en parte porque han sido muchas las señales que han dado Chile Vamos (ahora Chile Seguro), Republicanos y el Partido de la Gente de representar cosas distintas en política.
La primera situación clara es que la composición del Consejo será muy distinta a la de la anterior Convención, en buena medida porque el diseño se hizo precisamente contra su fracaso y los extremos que representó.
De esta manera, hay una segunda comparación posible: con el actual Senado. En este caso, la Cámara Alta está conformada de la siguiente forma: siete socialistas, seis del PPD, dos comunistas, uno de RD y dos de FRVS. La oposición cuenta con nueve de la UDI, once de RN, dos republicanos y tres de Evópoli. Finalmente, hay dos de Demócratas (ex DC), tres del PDC y dos independientes. Por lo mismo, una manera para medir el éxito o fracaso de los partidos será en función de si logran superar o bien disminuyen la representación que tienen actualmente en el Senado.
Sin duda también hay otra posibilidad: comparar con los resultados de la Cámara de Diputados en 2021, donde solo tres partidos superaron el 10% de los votos: Renovación Nacional, la UDI y Republicanos.
Sin embargo, esos son sólo números. También hay una cuestión que tiene que ver con las cantidades, pero relacionadas entre los distintos bloques y al interior de cada sector del espectro político. De esta manera, por algún tiempo esta elección servirá para medir cuál es el partido más grande de Chile y cómo queda la relación con las demás fuerzas.
Pero más importante todavía es la relación entre la coalición gobernante y la oposición, en función de cuál tendrá más consejeros en la noche de la elección y, por ende, cuál podrá influir con mayor peso en el trabajo constituyente. Eso permitirá apreciar con mayor claridad si valió la pena romper el pacto socialista/PPD o si sirvió ir separados, en el caso de la oposición.
Un estudio de Jorge Ramírez, de Libertad y Desarrollo, ha advertido algunas interesantes perspectivas sobre el escenario y las perspectivas electorales, considerando las actuales listas inscritas. Contra lo que se repitió con majadería desde la centroderecha, ir en dos listas parece ser conveniente para ella, y perjudicial para el gobierno, utilizando los números de la elección de diputados del 2021.
Por supuesto, es necesario tomar las cosas con cautela, pues se trata de una simulación. Además, como sabemos, en esta elección habrá voto obligatorio. Y es necesario agregar la lista del PDG, que claramente tendrá votos y consecuencias.
Hay otros dos planos en los que la elección presenta perspectivas de interés, y que vale la pena considerar. La primera se da en el plano doctrinal o programático, pues ilustra las ideas que los candidatos buscarán promover durante la campaña y luego en el Consejo Constitucional. La segunda se refiere a la posibilidad de desplegar nuevos liderazgos políticos y promover una efectiva renovación en los partidos y sectores.
En ambos casos se trata de una tarea permanente, no circunscrita a la redacción de una carta fundamental. Sin embargo, es evidente que esta elección presentaba la posibilidad de potenciar nuevos liderazgos o bien de recurrir a figurar más conocidas, pero también con más pasado que futuro.
Si bien hay algunas personalidades destacadas en sus cuadros, es evidente que el socialismo democrático y la DC optaron por personas de amplia trayectoria. En el caso contrario, quienes optaron por figuras nuevas podrán celebrar o no el próximo 7 de mayo, pero la evaluación completa sólo podrá realizarse durante los próximos años o incluso décadas. Después de todo, la política es una carrera de largo alcance y es necesario tener a cada generación siempre lista en las tareas y campañas necesarias, porque queda mucha tarea por delante.
Una consideración final. La composición del Comité designado por el Congreso y del futuro Consejo Constitucional será muy diferente al anhelado por la revolución de octubre de 2019 y muy distante de la situación del decisivo 12 de noviembre de ese mismo año, cuando los partidos opositores al presidente Sebastián Piñera -desde la DC hasta el Partido Comunista- señalaron que la calle había iniciado “de hecho” el proceso constituyente en Chile. Hoy no solo existe un cambio de vereda, sino también una fórmula más elitista, centralista y parlamentaria. Es necesario tenerlo en cuenta, para el análisis, pero también para evitar errores en el camino.