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OPINIÓN

Carta al Director: Jorge Acosta

SEÑOR DIRECTOR:

Como se informó esta semana, se alcanzó un nivel histórico de personas registradas en listas de espera en el sistema estatal, llegando a más de 2,6 millones de casos.

Frente a esto, la actitud del gobierno ha sido la resignación.

Por un lado, se han alegrado porque disminuyen los tiempos de espera, pero aquello no es un logro producto de la gestión, sino del aumento significativo de nuevos ingresos, debido a la postergación de miles de atenciones durante la pandemia.

Por otro, en un análisis de las listas de espera enviado por el Minsal a las comisiones de salud del Congreso en julio de 2023, se limita a sostener que las causas de fallecimiento “no difieren de las causas de muerte para la población general” y que “no es posible establecer ningún tipo de conclusión sobre si la causa de fallecimiento fue atribuida al encontrarse en espera de atención”.

Es decir, “era difícil que hubieran sobrevivido” aunque fueran atendidos a tiempo. Mismo concepto utilizado por la ministra de Salud, a propósito del lamentable deceso de una lactante con virus sincicial que no pudo ser trasladada desde la Quinta Región, argumentando que solo quedaban camas críticas en Arica.

Frente a las listas de espera históricas y los miles de personas que mueren antes de recibir la atención prometida por el Estado: ¿puede hacer el Minsal algo más que llevar la estadística y constatar los hechos? Sin duda que sí.

Se requiere de una profunda reforma al sistema estatal, porque ha quedado demostrado que no es solo un problema de falta de recursos. Entre 2009 y 2019 se incrementaron en un 48% los gastos hospitalarios, pero las cirugías solo crecieron un 5% e incluso bajaron los egresos de pacientes en un 3%.

Es necesario poner los incentivos correctos para los funcionarios, aumentar las atribuciones de los directores de los hospitales y avanzar hacia una red de salud estatal técnica, no dependiente de los vaivenes políticos. Idealmente contar con una robusta colaboración desde la sociedad civil en la administración y prestación de servicios, que aseguren un uso eficiente de los recursos públicos, para que lleguen a quienes más lo necesitan.

En medio de la crisis del sistema estatal y del financiamiento del sistema privado, se abre una oportunidad única para avanzar decididamente en reformas que humanicen la salud y dejen de considerar a las personas como una mera cifra en una tabla estadística.

Jorge Acosta

Director Programa de Salud y Bioética Instituto Res Publica